Retos y responsabilidades de la Cuarta Revolución Industrial

María Clara Jaramillo Muñoz /

Las inteligencias artificiales, la automatización de los procesos, el software como servicio (SaaS por sus siglas en inglés) o software basado en la nube son algunos de los avances tecnológicos que han propulsado la inmersión en la Cuarta Revolución Industrial (CRI) que ha transformado los modelos de trabajo tradicionales y permitido la digitalización de las empresas, las tecnologías digitales avanzadas como el internet de las cosas (IoT), el análisis de datos a gran escala y la nanotecnología, cada una beneficiándose de la otra y creando redes inteligentes interconectadas que, sin duda, están cambiando el presente y moldeando el futuro.

El paso de lo rural a lo urbano, del trabajo manual al mecanizado y de la agricultura y el comercio a la industrialización fueron las principales razones de la Primera Revolución Industrial que comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, acontecimiento que llevó a una gran transformación económica, social y tecnológica para luego dar pie a la Segunda Revolución que duró desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, período marcado por la invención de la electricidad, el trabajo en masa, nuevos sistemas de comunicación como la radio y el teléfono, y de transportes como el automóvil y el avión; además, el uso de gas natural, el acero y el petróleo transformaron las industrias, la educación y la ciencia. La Tercera Revolución (de mitad a finales del siglo XX) llegó con la mecanización, la energía hidráulica y otras fuentes de energía renovable, nuevas actividades económicas, los ordenadores, el internet, la tecnología de la información y la comunicación, y el almacenamiento en la nube.

Ahora, la Cuarta Revolución Industrial ha marcado una transformación profunda en los modelos de trabajo. Las organizaciones han experimentado una metamorfosis en su estructura y dinámica laboral en la que la interacción entre humanos y máquinas se ha vuelto cada vez más común, aplicándose la tecnología y la innovación a un número de áreas del conocimiento que va en aumento. Este encuentro de desarrollos tecnológicos ha generado opiniones contrarias, con un poco de reticencia, como ocurrió años atrás con los ordenadores, que en un inicio se creyó que reemplazarían a las personas en las empresas. Pero, por otro lado, muchas corporaciones grandes y pequeñas ya están implementando dichos avances, como la inteligencia artificial (IA), para mejorar la productividad y calidad hacia un entorno laboral dinámico.

En resumen, la CRI, también llamada Industria 4.0, son todos los avances que experimentamos en el ámbito tecnológico y de comunicación y cómo se ven reflejados en otras áreas como la economía, la educación, la ciencia o el ocio.

En este sentido, es necesario hablar de una nueva inteligencia que utiliza la tecnología como palanca para desarrollar y aumentar exponencialmente la automatización, la eficiencia y la producción. Como lo expresa el experto en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, Andrés Felipe Raigosa: «Con la llegada de la CRI, se ponen en jaque una serie de parámetros de pensamientos que teníamos antes relacionados con el diseño de futuros; dicha inteligencia está pensando en cómo volvernos más eficientes, productivos, inteligentes, pero al final del día no conversa del todo con lo humano sino con un desarrollo que está más allá de la imaginación».

Y es que, poniendo a un lado lo rápido que evoluciona el factor tecnológico, la reflexión se centra en que dicho avance no repercuta de manera negativa en el comportamiento cultural y social, dando pie al aislamiento y a la individualización, sino todo lo contrario: unir esfuerzos para fortalecer a la sociedad en diferentes redes.

Responsabilidad e innovación disruptiva

Según Raigosa, docente en las universidades Sergio Arboleda, La Sabana y Externado de Colombia: «Una de las principales responsabilidades de la IA ni siquiera es técnica; es humana. Debemos volver a preguntarnos qué es lo que nos hace humanos. La inteligencia artificial no se pregunta qué es lo que la hace artificial, sino que está tratando de aprender con cada interacción y con cada tarea que le damos de forma permanente » y concluye que: «Ser comunitarios nos hace humanos. Lo que busca la CRI de manera consciente o inconsciente es la individualización del pensamiento, y esto nos lleva hacia instituciones cada vez más pequeñas y débiles».

Al respecto, el escritor y profesor de la universidad de Groningen, Jason Resnikoff, manifiesta que el uso de las IA puede hacer que las cosas sean «más oscuras», y con esto se refiere a que, según él, desde la industrialización las máquinas han tenido la tendencia a deteriorar el trabajo en lugar de reemplazarlo: «Muy a menudo con la IA, como con las computadoras, cuando se rastrea quién hace la tarea, se encuentran personas. Personas con un trabajo mal remunerado y con no muy buenas condiciones. La IA acelerará la labor humana que existe y la oscurecerá, así que diría que definitivamente es posible que la degrade aún más». Esto lo expresó en una entrevista para la BBC en el contexto de la publicación de su libro Labor’s End: How the Promise of Automation Degraded Work.

En términos económicos, se espera que la producción derivada de la Cuarta Revolución Industrial alcance los 3,7 billones de dólares en 2024, solo para los fabricantes y proveedores industriales, según White Star Capital. Además, se estima que el 70 % del nuevo valor creado en la economía durante la próxima década provendrá de plataformas digitales. La automatización de tareas complejas permitirá una nueva era de innovación disruptiva, como lo dijo para The Economist el director de marketing de Telstra Enterprise, Andy McFarlane: «Por primera vez en mi vida el progreso no está limitado por la capacidad de la tecnología, sino por la medida en que aprovechamos las capacidades disponibles».

A la vanguardia de la Revolución

El desarrollo tecnológico no solo se piensa desde laboratorios privados o grandes centros de la tecnología como Silicon Valley. Las instituciones educativas son de los principales lugares donde se discute, se estudia, se experimenta y se crea alrededor de esta área con el objetivo de fortalecer a las instituciones para hacer comunidades humanas más confiables, responsables, solidarias y preparadas para enfrentar los problemas del futuro que se moldean.

Uno de los grandes retos, sobre todo de las instituciones universitarias frente a la industria 4.0, es el de mantenerse a la vanguardia de lo que el mercado demanda, pues no es fácil estar siempre al día en información, investigación y producción en un mundo en el que todo va a un ritmo vertiginoso, donde lo que se produce hoy tal vez mañana ya sea obsoleto. Un ejemplo de ello es lo ocurrido con el pregrado en Ingeniería Textil que se ofrecía en la Universidad Pontificia Bolivariana, que se cerró en el año 2001, dado que disminuyó esa demanda formativa, pese a que por muchos años estuvo a la cabeza de los negocios en la ciudad de Medellín, lo que llevó a esa institución a buscar horizontes con más futuro, acordes a lo que la sociedad y el mercado demandaran en ese momento.

Según Andrés Raigosa, los centros de educación formal son más lentos en esa transformación y han encontrado más dificultades en las estrategias: «Estamos en un camino de formación de habilidades que compiten con los saberes anteriores y competirán con lo que las máquinas y la inteligencia artificial van a poder hacer, haciendo obsoletos trabajos de abogados, contadores y pilotos, y que necesitan centrarse en el factor humano».

Y es que no solo la forma de enseñar ha tenido que cambiar en los últimos años, sino también la forma de evaluar: «Es necesario reinventarse para aprender a hacer tareas más complejas y que incluso suelen ser mejor pagas. La oportunidad de acceder al conocimiento de una forma tan sencilla, hoy en día es clave para poder seguirse reinventando y que la tecnología no nos vaya a rezagar en cualquier espacio que se esté presente», cuenta Jorge Hernán Osorio, director de la Escuela de Talento 4.0, proyecto que hace parte de la Institución Educativa Pascual Bravo y que pretende abordar todo lo relacionado con la Cuarta Revolución Industrial, así como formación y asesorías en las que se abarcan desde habilidades técnicas hasta habilidades blandas o del ser 4.0.

La Escuela de Talento 4.0 nació en el 2018 con la intención de capacitar a los docentes y a todo el personal interno de la Universidad porque, a pesar de que la Cuarta Revolución Industrial fue declarada desde 2016, todavía no se tenía claro de qué se trataba. Más tarde, con el objetivo de entender, conectar y seguir avanzando, la Escuela amplió su oferta hacia las empresas desde la gestión de la Dirección de Extensión. Dado que el sector productivo no puede esperar varios años a tener un especialista en un área específica, se crearon necesidades para estar actualizados y adquirir nuevas habilidades en un tiempo menor. Fue entonces cuando se abrieron los cursos presenciales, virtuales y blended (combinación de ambos) para abarcar estos requerimientos del sector productivo: «Empezamos a recibir peticiones de cursos muy específicos: Java, Desarrollo Web y de aplicaciones en Python; Control y Monitoreo Artificial, Lógica de Programación, Inteligencia Artificial, Robótica, Impresión 3D, Animación, IoT, habilidades del ser 4.0 –que son las habilidades blandas como liderazgo y resiliencia–», enumera Osorio, quien explica que se ofrecen dos tipos de servicios: upskilling, que es la especialización en un tema, y reskilling, la actualización cuando ya se existen conocimientos previos.

Jorge Hernán, quien además es docente especialista en Robótica e Inteligencia Artificial, expresa que la idea con este Centro es cerrar las brechas que existen en el ámbito educativo y social, apuntando a la enseñanza de herramientas digitales desde el punto de vista docente para llegar a una mejor experiencia educativa: «Cuando hablamos de ser 4.0 se trata de abordar esas partes que están tras bambalinas que incluso son más importantes, porque una persona que no sea resiliente en estos momentos no va a ser capaz de abordar los desafíos que se vienen en estos años», agrega Jorge Hernán.

En los últimos dos años, la Escuela de Talento 4.0 ha formado más de 10 000 personas. Cuenta con 45 cursos en la plataforma digital que se actualizan con periodicidad, más otros disponibles por demanda. Se han realizado convenios con la Alcaldía de Medellín, el Fondo de Desarrollo Económico y Comfenalco.

La formación de ciudadanos competentes, con valores, será de vital importancia para la apropiación social de la Cuarta Revolución Industrial, en un esfuerzo por reflexionar cómo queremos diseñar el destino de la información y la comunicación y cómo esto influye sobre la sociedad y sus individuos, adoptando un rol activo y no pasivo al momento de la toma de decisiones, abriendo paso al debate y a la construcción colectiva en este constante e inevitable flujo de acontecimientos que cada día, sin darnos cuenta, escriben nuestra historia como humanidad.

María Clara Jaramillo Muñoz
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