Es muy probable que cada una de las cosas que se encuentra en un hogar hayan sido producidas en una ciudad o región distante. Lo mismo podría decirse de los servicios públicos; la luz, el agua o el gas deben ser generados, transportados o distribuidos para que familias, empresas y negocios puedan usarlos. Incluso, la información que se mueve desde y hacia los dispositivos móviles y computadores está en constante movimiento. Estos flujos de bienes, servicios e información son posibles gracias a la logística, un conjunto de medios y métodos que se encargan de mantener el mundo y las economías en marcha.
Un sistema de semejante escala requiere de mucho tiempo y recursos para funcionar. Según la Administración de Información Energética de los Estados Unidos, en ese país cerca del 28 % de todos los recursos energéticos consumidos en el año 2021 se emplearon para el transporte de personas y bienes. A diferencia de otros grandes sectores económicos, este gasto depende en gran medida de energías no renovables. En el escenario mundial el reto es similar. Según la Agencia Internacional de Energía, solo el transporte aportó el 37 % de las emisiones mundiales de CO 2 en el año 2021.
Ante este panorama, instituciones, empresas y la academia se han preguntado cómo desarrollar modelos logísticos más responsables. La investigación en logística en las últimas décadas ha intentado responder a esta necesidad de múltiples formas y con diferentes alcances. De este interés han surgido apuestas como la logística verde y la logística sostenible.
Según Alan McKinnon, Michael Browne, Maja Piecyk y Anthony Whiteing, editores del libro Green Logistics, la logística verde es el estudio de los efectos ambientales de las actividades vinculadas a la cadena de suministro. En sus orígenes, la logística verde se ocupó de analizar y estudiar formas de reducir el impacto del transporte de carga. Con los años, el interés se amplió y cubrió temas como la logística urbana, la logística inversa que se ocupa del retorno del producto usado al sistema productivo, las estrategias ambientales corporativas o la gestión de la cadena de suministro. Un aspecto característico de la logística verde es que su marco de acción se limita a la relación entre la logística y el medio ambiente.
La cadena de suministro es un concepto esencial en la logística. Abarca todos los procesos relacionados directa o indirectamente con el suministro de necesidades de los clientes. Dentro de una cadena de suministro hay muchos actores involucrados, como los proveedores, los almacenes de materia prima y la línea de producción, los almacenes de productos terminados, los canales de distribución, los mayoristas, los minoristas y el cliente final. La logística verde y la logística sostenible buscan ampliar esta cadena para incluir, no solo la transformación de la materia prima hasta la entrega del producto, sino también la disposición final del producto al final de su ciclo de vida.
En el caso de la logística sostenible, la dimensión ambiental es apenas uno de los intereses de estudio. Como lo explica José Alejandro Cano, docente e investigador en el campo de la logística de la Universidad de Medellín, el punto clave para este enfoque es el equilibro entre el ambiente, la sociedad y la rentabilidad: «la logística sostenible declara que no es posible desarrollar proyectos logísticos que generen muchos beneficios ambientales y reduzcan la huella de carbono, pero no sean económicamente rentables. Lo mismo ocurre si la rentabilidad es alta, pero se contamina mucho o alguna comunidad se ve afectada por las operaciones. Se apuesta entonces por equilibrar estos pilares».
Según Cano, en las últimas décadas, la logística sostenible ha sumado un cuarto pilar: el de las tecnologías digitales. Los algoritmos y el software especializado, por nombrar algunas herramientas, han permitido migrar a modelos logísticos más eficientes y limpios, planear mejor la distribución de productos o mejorar los tiempos de entrega y reducir el uso energético. Esta optimización digital impacta en los otros tres pilares.
Enfoques como la logística verde y la logística sostenible han sido ampliamente criticados. Según el libro Green logistics, parte del escepticismo surge al calificar de superficial el compromiso de las corporaciones con la sostenibilidad. Se les acusa de preocuparse por «la diferenciación competitiva, el
ahorro de costes y el cumplimiento de la normativa gubernamental», y no por el medio ambiente o la
sociedad. Los críticos señalan que su esfuerzo se concentra en el ámbito de la imagen corporativa y el
aumento de las ganancias.
Logística sostenible en la práctica
En la academia y en el ámbito de la investigación científica, no hay fórmulas mágicas. Esto es especialmente cierto para campos de conocimiento aplicados como la logística. Si una empresa quiere diseñar un modelo logístico para sus operaciones, debe asegurarse de que responda a su entorno. Según el profesor Cano, es un error común tratar de importar modelos que funcionan en contextos europeos o norteamericanos al nuestro sin adaptarlos. Siempre se requiere una «criollización» que tenga en cuenta nuestras condiciones, territorio, actores y realidad institucional.
Este es uno de los objetivos de la investigación de Sandra Milena Álvarez Gallo, profesora en la Institución Universitaria Pascual Bravo. La docente Álvarez trabaja en un proyecto de diseño para metodología de análisis multicriterio y multiactor que evalúe modelos de distribución de mercancías en la Zona Urbana de Aire Protegido (ZUAP) en el centro de Medellín. Aunque suena complejo, con un poco de contexto se puede comprender.
Las ZUAP se crearon para delimitar áreas urbanas donde se aplican medidas para reducir las emisiones de gases contaminantes. El Área Metropolitana del Valle de Aburrá declaró una de las primeras ZUAP en el centro de Medellín como estrategia para mejorar la calidad de vida de los habitantes y visitantes de esta zona de la ciudad. Entre las disposiciones se incluye desincentivar el uso de medios de transporte contaminantes y priorizar el uso de bicicletas y espacios peatonales. Este escenario plantea beneficios para los ciudadanos, pero también desafíos para las empresas ubicadas en el centro de la ciudad, especialmente para sus procesos logísticos.
El trabajo de la profesora Álvarez busca establecer una metodología que ayude a los comerciantes a analizar modelos de distribución de mercancías en el ZUAP que contribuyan a la sostenibilidad ambiental del centro de la ciudad, sin afectar su competitividad. Este es el tipo de equilibrios que busca la logística sostenible: en el ejercicio se consideran tanto los derechos ambientales y sociales de los ciudadanos, como los intereses económicos de los comerciantes y empresarios.
Una clave del proyecto es que se plantea como un análisis multicriterio. Según la profesora Álvarez, en este tipo de proyectos se recolecta y emplea información cualitativa y cuantitativa, y se le asigna un peso. Como la investigación, fuentes y tipos heterogéneos de información; la productividad; la infraestructura o los impactos ambientales; entre otros, la ponderación de estos datos debe reflejar las particularidades del centro de Medellín y las necesidades de todos los actores involucrados. El resultado de esta investigación es el modelo que se propone desarrollar, una herramienta que servirá para facilitar la toma de decisiones a instituciones, empresas y ciudadanos.
Según la profesora Álvarez, la clave de un proyecto de estas características radica en que represente la mayor diversidad posible de posturas e intereses de los actores involucrados, con el objetivo de documentar muy bien experiencias similares que se han dado en otros contextos y de prestar especial atención a sus resultados.
Integrar para deliberar
Una asociación, comité o alianza es un espacio de deliberación y trabajo integrado por personas naturales o jurídicas que tienen objetivos comunes. Estas organizaciones facilitan la articulación de las instituciones, el sector productivo, las comunidades y la academia. En Colombia, existen numerosas asociaciones y comités vinculados a la logística. Entre ellos se cuenta:
Comité de Logística y Transporte de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) | Comité de Transporte, Infraestructura y Movilidad Sostenible | Comité de productividad logística | Alianza Logística Regional de Antioquia |
En este espacio se debaten problemas relacionados con la infraestructura, el transporte y la logística del país. | Surge como iniciativa del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación. Se enfoca en la intermodalidad, la eficiencia modal y la optimización de los accesos urbanos. | Es liderado por Defencarga (agremiación de más de 100 empresas del sector del transporte de cargas y mercancías), empresas del ámbito nacional, y la Institución Universitaria Pascual Bravo, entre otros. | Participan la ANDI, Fenalco, Camacol, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, MinTransporte y la Institución Universitaria Pascual Bravo, entre otros. |
Retos de la logística en Colombia
En el año 2020, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) realizó la Encuesta Nacional Logística (ENL) con el objetivo de recoger y analizar datos sobre el rendimiento, las expectativas y los obstáculos que afectan la competitividad del sector logístico en Colombia. Algunos de los datos que arrojó la DNP ayudan a comprender la importancia del sector logístico para la competitividad del país: de cada 100 pesos que facturan las empresas en Colombia, en promedio destinan 12,60 para financiar los costos logísticos involucrados en la cadena de producción y distribución.
Para las empresas es fundamental bajar los costos logísticos, ya que esto les permite ser más competitivas y aumentar sus ganancias. Aunque este indicador mejoró en comparación con versiones anteriores de la ENL (en el año 2016 fue de 13,50 por cada 100 pesos), el desempeño varía significativamente entre sectores económicos. Mientras que en la construcción este valor es de 8,4, en industria de 12,7 y en comercio de 9,1, el sector agropecuario está en 22,3 y la minería en 25,1.
En el ámbito internacional, los retos y complejidades de la logística son distintos. El diagnóstico en este caso lo entrega el Banco Mundial por medio del Índice de Desempeño Logístico (IDL). Esta herramienta fue creada para identificar retos y desafíos de los países en materia logística. El IDL mide seis aspectos: aduanas, infraestructura, embarques internacionales, competencia de servicios logísticos, seguimiento y rastreo (trazabilidad) y puntualidad en la entrega y entrega final. Los resultados van de 1 (desempeño bajo) a 5 (desempeño alto). Los datos más recientes publicados corresponden al año 2018; en esa medición, Colombia obtuvo una calificación de 2,94, un poco por encima del promedio de América Latina y el Caribe (2,59), y muy por debajo de Alemania, el país mejor calificado con 4,31.
Ante este panorama, el investigador José Alejandro Cano señala que los principales retos del país son la infraestructura, las condiciones de seguridad y la articulación entre actores. Cano destaca que los modelos logísticos más eficientes tienden a ser también más sostenibles. Desde una mirada ambiental, al reducir los tiempos de carga, los tiempos de desplazamiento o las velocidades de entrega se consume menos combustible y se requieren menos vehículos para operar la logística de las empresas. En cuanto al componente social, al considerar las capacidades humanas y la formación de los empleados para elegir las tecnologías que se emplearán, se toman mejores decisiones. También se ahorran recursos y se mejora la relación de las empresas con la sociedad al reducir los impactos sobre las comunidades: «por eso, quienes dirigen la logística son pioneros y líderes en un país», concluye. Finalmente, todo repercute en la sostenibilidad económica de los proyectos.
En este último punto coincide la profesora Álvarez, al destacar la importancia de incluir a los consumidores en las mejoras aplicadas a las cadenas de distribución: «necesitamos la colaboración de todos los agentes. Sin los consumidores no podemos pensar en la correcta disposición de residuos o el consumo con criterios ambientales. Es importante abordar el tema de la cultura ciudadana».
Como representante de la Institución Universitaria Pascual Bravo en el Comité de Productividad Logística y en la Alianza Logística Regional de Antioquia, la investigadora ha tenido la oportunidad de conocer de primera mano las necesidades del gremio transportador en Colombia; plantea que a las empresas les preocupa la formación y retención de conductores; la compensación de carga, un concepto que implica aprovechar al máximo el desplazamiento de los vehículos para recoger y disponer las cargas en todos los trayectos que realizan; y mejorar los tiempos de carga y descarga. También afirma que existe la necesidad de crear una «macrored» logística que facilite el flujo de información entre empresas. Esta infraestructura digital, apoyada en analítica de datos, serviría como un sistema de información compartido para optimizar operaciones.
Universidad, empresa, Estado
Tanto Álvarez como Cano concuerdan en la importancia de que los actores involucrados en las cadenas de suministro, y en general en el aparato productivo del país, se articulen. Por ejemplo, Cano afirma que en Colombia hay muchas empresas con modelos logísticos destacables y sostenibles, pero requieren del apoyo de los entes gubernamentales para mantenerlos estandarizados y certificarlos. Esto les permitiría a las organizaciones «llevar sus productos a mercados internacionales».
Para ambos académicos es indispensable la articulación de actores. Por el lado del Estado, se necesita que mantenga una posición receptiva hacia las empresas, y que escuche sus «dolores». De hecho, Cano afirma que conceptos como el de «cadena de suministro» deberían comenzar a figurar en las políticas públicas: «es raro incluso verlo en los documentos Conpes. Aún se discute en términos de sectores. No se entiende que la cadena de suministro va más allá, que implica la integración de estos múltiples sectores». En la misma medida, la academia también está llamada a poner de su parte: «necesitamos integrarnos más con las empresas. Seguimos estando muy lejos de la realidad. Ese es el verdadero reto: unirnos».
Así como la logística sostenible implica la integración de varias dimensiones, la viabilidad de las iniciativas sostenibles requiere del concurso de todos los actores implicados. Solo con el compromiso decidido de todos es posible lograr los equilibrios que procura la sostenibilidad.
¿Estudiar logística en Colombia?
Según el Sistema Nacional de Información para la educación superior en Colombia, en el país existen 203 programas de educación superior activos relacionados con la formación en logística, de los cuales 106 son de pregrado (21 carreras técnicas, 63 tecnologías, 22 profesionales) y 97 de posgrados (6 especializaciones tecnológicas, 73 especializaciones universitarias, 17 maestrías y 1 doctorado).
La Institución Universitaria Pascual Bravo es una de las instituciones de educación superior que ofrecen formación en logística. Actualmente cuenta con el programa profesional en Ingeniería Logística y Tecnología en Gestión Logística. Ambas carreras apuestan por la formación integral de los estudiantes, que va desde los lenguajes de programación y el análisis de datos, hasta conocimientos, control y optimización de la cadena de suministro y desarrollo del talento humano. El programa incluye formación en competencias blandas, entre las que se encuentran el trabajo en equipo y liderazgo, habilidades de comunicación y negociación y trabajo colaborativo.
Para conocer todos los programas académicos en logística del país, consulta el Sistema nacional de información para la educación superior en Colombia.